Cuervos

El invierno es de las sombras, la luz tamizada bajo la seda blanca de las nubes. El ciclo del día, breve; un guiño del párpado celeste. La vida quiere que nos cobijemos, nos arrastra al interior, por fuera se eriza retraída por el frío temible, hostil.

Al vernos en el final del año ¿nos preguntamos si hemos aspirado de cada uno de los días toda la dulzura, si hemos propiciado bastantes momentos dignos de nuestro cuaderno de memorias? Bueno, tal vez nunca sean suficientes.

Las ráfagas heladas y la ronquera de una bandada de cuervos nos meten en los oídos los estertores de otro año. No importa qué frutas maduras se hayan recogido, un año más joven aguarda ansioso al otro lado del umbral, colmado de posibilidades que no sabremos prever.


Crows

Winter is bleak, the sunlight dimmed by thick milky clouds. Periods of daylight are brief, a blink of the celestial eyelid. Life huddles together, pulling inward, curling around itself, shrunken by a frightful, loveless cold.

When we find ourselves at year’s end, do we ask ourselves, have we sucked each day of all its sweetness, have we found enough moments worthy of our personal scrapbooks? Well, perhaps, we can never find enough such moments.

The cold winter winds and the hoarseness of the gathering crows, however, bring within earshot the death rattle of another year. But, no matter what ripe fruits have already been plucked, another, younger, eager year waits beyond the threshold, brimming with possibilities that we cannot foresee.


Pink postcards 11


[31 December 1914]
Name of the sender: Károly Timó
Address of the sender: Nagy-Sztropkó

Address: To the honored Miss Antónia Zajác
3rd district, Kis-Korona Street 52
Budapest




Previous letters (gray dots):

Budapest, 23 December 1914
Budapest, 21 December 1914
Budapest, 11 December 1914
Budapest, 2 December 1914
Budapest, 28 November 1914
Budapest, 27 November 1914
Budapest, 18 November 1914
Budapest, 27 October 1914
Debrecen, 25 September 1914
Szerencs, 28 August 1914
My dear son,
I am writing this letter in the Carpathians, by the light of a campfire. I send my wishes of luck, so that the new year be more pleasant than the past one. I am here in a village next to the frontier. The music for the New Year’s Eve dinner is provided by gunfire. It is not cold, we are just swimming in mud, which is a big problem, and very exhausting. I also wish a happy new year to your mother, sisters, and all the people in the workshop, including the old man.
Embraces and kisses you your loving Károly
Write immediately, when there is a field post number.


[The machine starts again.

“I am here in a village next to the frontier. The music for the New Year’s Eve dinner is provided by gunfire. It is not cold, we are just swimming in mud…”

What can you add to this?

“Sztropkó (Stropkov), a town in the district of the same name in Zemplén county, with 2585 Slovak, German and Hungarian inhabitants (1910). Its former castle stood from the 14th century to 1675; now only a part of its eastern side stands. The church, developed from the former castle chapel, has several remarkable works of art: old (14th c.) iron candle holders, chasubles (16th c.) The lords of the castle were the Keglevics, Perényi, Sztáray, Vécsey, and finally the Gersei Pethő families. In 1760 the young Prince Lubomirski of Poland was accompanied to the castle of Munkács through Sztropkó. The town suffered a lot during the Russian incursion of 1914-1915. Cf. Ede Unghváry, Adatok Sz. mezőváros és várának történetéhez [Data to the story of Sztropkó town and its castle] (Adalékok Zemplén vm. történetéhez 1897. 1–4.) (T. Cs.-Szl.)” • Révai nagy lexikona [Révai’s Great Encyclopaedia], XVII, 757]



Traces of the ravages by the Russian incursion in Sáros and Zemplén counties, in the settlements around Sztropkó. Photos of the report by Kornél Divald, sent out in May 1915 to assess the damages. Published by the Klub Vojenskej Histórie Beskydy. The report also mentions among the destroyed monuments, at number 68, the medieval church of Sztropkó.

At the end of the year of 2014, which passes in the sign of the field post, this post is supposed to be the last one, so we wish all readers a Happy New Year!

Next postcard: 4 January 1915

Coordinates


The Spanish Society of Emblematics has announced its Tenth International Congress, which we will organize in Palma de Mallorca, exactly a year from now. After thinking a lot about the title, distilling it almost to the point of the esoteric, we have opted for one which is something self-evident for this kind of meeting: Encrucijada de la Palabra y la Imagen Simbólicas, “On the crossroads of symbolic words and images”. In a way, this is the basic definition of the emblem. But this crossroads also highlights the peculiar focus of our analysis of cultural history as a whole.


Then we had to design the poster of the event. The fact that this is the tenth congress allowed us to link the Roman X with the very concept of crossroads heralded in the title. Digging into our memory, we recalled the magnificent manuscript Mira Calligraphiae Monumenta, in which the master calligrapher of the Hungarian chancellery in Vienna, Georg/György Bocskay, designed a complex work page by page, displaying all his skills in the art of drawing letters. He finished it in 1562, but then his notebook fell into the hands of Rudolf II of Prague, who, admiring the Bocskay’s precision, decided to make it into a truly unique work, worthy of his imperial collections.


For this purpose, he instructed the best manuscript illuminator he could find, Joris Hoefnagel, to decorate it with the best of his arts, and to spare no effort. Hoefnagel not only amply executed his task, but he also complemented it with a typographic game, whose elements, whether copied, or invented on the basis of natural elements, joined with mathematical rigor the tracery and composition of the letters. Here is the “X” we wanted: the devise of Emperor Augustus, the crab clutching in its pincers a butterfly – an image usually accompanied with the Latin motto Matura –, converted in a graphic sign. Crossroads of word and image, but also a sign that we have come – maturando – to the tenth congress of the Society. Already twenty years – X-X – always having the motto in sight.


Coordenadas


La Sociedad Española de Emblemática ha convocado su X Congreso Internacional, que organizaremos en Palma dentro de un año redondo. Después de darle muchas vueltas al título, cosa que iba alambicándolo hasta hacerlo casi esotérico, hemos optado por uno que quizá sea algo obvio para este tipo de encuentros: Encrucijada de la Palabra y la Imagen Simbólicas. En cierto modo, esto define básicamente al emblema. Pero esta encrucijada también marca el peculiar núcleo desde donde nosotros analizamos la historia cultural en su conjunto.


Luego tuvimos que idear el cartel. El hecho de que sea ya el X Congreso, nos permitía enlazar la «X» de la numeración romana con el concepto mismo de encrucijada que presenta el título. Rebuscando en la memoria se nos apareció el magnífico manuscrito Mira Calligraphiae Monumenta donde el maestro calígrafo Georg Bocskay diseñó página tras página una obra compleja en la que exhibía todas sus dotes en el arte de dibujar las letras. Lo dejó acabado en 1562 pero luego el cuaderno cayó en manos de Rodolfo II, en Praga, quien, admirado de la precisión de Bocskay, decidió convertirlo en una obra verdaderamente única y digna de sus colecciones.


Para ello, encargó al mejor iluminador de manuscritos que pudo encontrar, Joris Hoefnagel, que lo decorara a su gusto y sin ahorrar esfuerzos. Hoefnagel no solo cumpliría sobradamente el encargo sino que añadió de su mano todo un juego tipográfico donde las ilustraciones copiadas o fantaseadas a partir de elementos naturales se unían al rigor matemático de la tracería y la composición de las letras. Ahí está la «X» que queríamos: la divisa del emperador Augusto, el cangrejo que atrapa entre sus pinzas a una mariposa —imagen habitualmente unida al mote latino Matura— se metamorfosea en signo gráfico. Encrucijada de palabra e imagen, sí, pero también indicio de haber llegado —madurando— hasta el décimo congreso de la Sociedad. Veinte años ya —X-X— sin faltar a la cita.


La Casa Manili del barrio judío

Roma Imperial. G. Droysens Allgemeiner Historischer Handatlas, 1886. La zona roja central es
la ciudad amurallada de la antigua Roma, elevada sobre siete colinas, con el Forum Romanum
y el Coliseo en un collado. Entre el muro occidental y el Tíber vemoslos edificios
esparcidosde los grandes teatros e hipódromos imperiales.

El casco antiguo de Roma, hoy acomodado en la pronunciada curva del Tíber, fue durante el período imperial una zona de esparcimiento fuera de las murallas de la ciudad. Asentada sobre su siete colinas, Roma mantuvo durante siglos una prudente distancia de aquella ribera baja, pantanosa, enclave de inundaciones y malaria. Como su propio nombre indica, Campo de Marte, servía principalmente para ejercicios militares. Tan sólo al final de la era republicana se lo consideró lugar donde los nuevos dictadores y emperadores podían acrecentar su popularidad erigiendo un magnífico teatro, un hipódromo, unos baños públicos o un templo.

Término sur del Campo de Marte, con sus edificios públicos monumentales fuera de las viejas murallas, visto desde el este en la maqueta de Italo Gismondi (1935-1971). Arriba, a la izquierda de la Isola Tiberina, el teatro de Marcelo; la gran plaza a su costado es el Circo Flaminio. La via publica que corre a su izquierda, en el centro de la imagen, está flanqueada por el pórtico de Octavia (con sus dos templos), el pórtico de Filipo y el templo de Neptuno, y se cierra con el gran teatro de Pompeyo. Este distrito, poco más o menos, se convertiría en el gueto de Roma, y la antigua gran vía pública iba a ser la calle principal del gueto, hoy Via del Portico d'Ottavia.

Tras la caída de Roma y el derrumbe de los acueductos, el centro de gravedad de la ciudad se desplazó hacia el río, y el ritmo urbano de columnas monumentales y arcadas se fue tapiando y saturando de pequeñas viviendas, covachuelas y talleres de artesanos retrepados a los muros como nidos de golondrina. El pórtico de Octavia se transformó en la gran pescadería de Roma, el de Filipo en la casa de la familia Fabi, y el teatro Marcelo en el palacio fortificado de los Orsini. Y en el terreno del teatro de Pompeyo, desde la alta Edad Media funcionaba la Calcarara, los hornos de cal donde los mármoles y las estatuas de los antiguos palacios eran transmutados en un material mucho más práctico.

El mismo barrio, más o menos la zona del gueto, en el mapa delineado por Giambattista Nolli en 1748. Cerca del centro de este fragmento se ve el largo rectángulo edificado sobre el Circo Flaminio; hacia el este, el antiguo pórtico de Octavia, por esas fechas mercado del pescado (1023), y el teatro de Marcelo, ahora fortaleza Orsini (1022). Por encima corre la antigua via publica, ahora calle de la pescadería (Strada di Pescaria, 1024), que acaba en la Piazza Giudea (1025). Con el punto rojo, la Casa Manili, erigida sobre el templo de Neptuno.

Uno de los nidos de golondrina. La tienda de quesos encajada bajo la arcada del Teatro de Marcelo, 1886

La mayoría de aquellos nidos de golondrina fueron eliminados por el fascismo en su empeño por limpiar los monumentos de la Roma conquistadora de los sedimentos acumulados durante dos mil años. La iniciativa, como muestra la expresión que le dedicaron los locales —sventramento di Roma, destripamiento de Roma—, creó una zona de monumentos antiguos estéril, muerta, en el centro de la ciudad, en el área de Coliseo–Foro. Con todo, los lugares aledaños a este espacio aún atestiguan la simbiosis de los monumentos clasicos con los medievales, como la Casa Manili al principio de la antigua Calle de la Pescadería, hoy Via del Portico d'Ottavia, marcada en rojo en el mapa de más arriba.




Con su enorme y fragmentada cornisa antigua y su epígrafe, los fragmentos de relieves antiguos y un enorme abanico de pátinas y colores sobre sus piedras, este edificio también aparenta haber sido plantado en medio de los restos del templo de Neptuno que estuvo antes aquí. Pero basta con leer la inscripción que corre a todo lo largo de la fachada para ver que se trata de algo completamente distinto:

URBE ROMA IN PRISTINAM FORMA(M R)ENASCENTE LAUR. MANLIUS KARITATE ERGA PATRI(AM) (A)EDIS SUO NOMINE MANLIANAS PRO FORT(UN)AR(UM) MEDIOCRITATE AD FOR(UM) IUDEOR(UM) SIBI POSTERISQ(UE) SUIS A FUND(AMENTIS) P(OSUIT). AB URB(E) CON(DITA) M.M.CCXXI L AN(NO) M(ENSE) III D(IE) II P(OSUIT) XI CAL(ENDAS) AUG(USTAS)

«En el momento en que la ciudad de Roma renació con su antigua forma, Laurentius Manlius, por amor a su patria, construyó desde los cimientos esta casa en el foro de los judios, para sí mismo y para sus descendientes, dentro de los límites permitidos por su mediana riqueza, y lo llamó Manliana, derivado de su nombre, 2.221 años después de la fundación de Roma, a la edad de 50 años, 3 meses y 2 días, a los once días anteriores al inicio de agosto.»


Esta casa, por tanto, fue concebida intencionadamente como una antigua ruina. O más bien, como un antiguo palacio, tal como «Laurentius Manlius» los imaginaba observando el patchwork arquitectónico que se veía por el barrio. Todo ello ofrece una prueba del revivir de la antigua Roma en 1468, en los albores del Renacimiento, cuando Leon Battista Alberti escribe su libro sobre arquitectura inspirado en las ruinas romanas, y el rey Matías construye en Buda el primer palacio renacentista al norte de los Alpes. La inscripción en sí, cincelada en la más elegante tipografía clásica antigua –tan perfecta que incluso en el siglo XIX algún anticuario que no la tradujo la consideró auténtica– es el primer ejemplo de la resurrección de las inscripciones públicas monumentales de la antigüedad. Este edificio, construido en estilo «clásico» por un simple ciudadano romano –el farmacéutico Lorenzo Manei que latinizó su nombre como Manilio en un intento de emparentarse con la antigua Gens Manilia– testifica de manera más elocuente que cualquier gran obra de arte la fuerza y el impacto del Renacimiento emergente.

Una inscripción clásica saludando el renacimiento de Roma en las cornisas de las ventanas de la Casa Manili: (H)AVE ROMA!

Merece la pena observar los fragmentos antiguos encastrados en los muros. El león que caza un antílope, como símbolo de la muerte, era un motivo frecuente en los viejos sarcófagos. Una pieza similar se puede ver en la parte norte de la ciudad vieja, en Via dell'Orso, sobre la que pronto vamos a escribir más.


Fragmentos de sarcófagos con leones atrapando un antílope y un jabalí en las esquinas de via dell’Orso 87.



La inscripción de 1468 está enmarcada por dos fragmentos de tumbas antiguas. Una idea algo siniestra para el hombre moderno: ¿quién de nosotros decoraría la fachada de su casa con lápidas de un viejo cementerio? Pero la lápida superior da una lección aún más escabrosa sobre la antropología de la antigua Roma. Según su texto, fue trabajada por el tallador de marfil Publius Clodius Bromius, esclavo liberado de Aulius y su concubina Curiatia Ammia, para la tumba de Hilarium, su delicia. Uno podría pensar que Hilarium era una hija pequeña, pero no es así. Como Natalie-Christiane Zidek señala en su Delicati et deliciae. Versuch einer Begriffsbestimmung (2012), los delicati y deliciae que a menudo aparecen en lápidas romanas eran niños y niñas esclavos para el placer de sus amos, bien como meras mascotas humanas, sustitutos de los hijos, o como objetos sexuales. Se trababan fuertes lazos emocionales con ellos, y se lloraba su muerte tan amargamente como Lesbia, la amante de Catulo, llloraba la de su gorrión. Entre los esclavos y libertos eran estos los únicos que recibían una lápida con nombre. La lápida con la familia debajo, con el muchacho sosteniendo un pequeño animal doméstico, actúa como si ilustrara esta relación.




Bajo la cornisa, el Bar Totò fue un centro de la vida social del barrio durante décadas. Veníamos aquí a menudo a mitad de la década de los 90. Aunque no han cambiado el letrero, ahora un restaurante más fino ha tomado su lugar bajo el nombre de «Ristorante Il Portico», apuntando al pórtico de Octavia, en el otro extremo de la calle, como punto de referencia fácil de encontrar –también escribiremos pronto sobre él–. La farmacia de al lado, sin embargo, ha estado cerrada durante muchos años. Las placas de zinc u hojalata llevan largas décadas oxidándose junto a la puerta, y los signos fantasma bajo las caídas letras de madera o cerámica, abren una vía de penetración en las capas de historia del edificio.




Bar Totò en los 60. Tomado del grupo de Roma Sparita (vale la pena leer los nostálgicos recuerdos de su página)

Justo debajo de la lápida y a la altura de las manos en la pared, como para contrarrestar la vulnerabilidad de los niños antiguos, una caja de recaudación de fondos para huérfanos judíos.


La inscripción menciona que la casa fue construida en la esquina del Forum Iudeorum, la plaza judía. Sin embargo, hubo aquí dos plazas judías. Esta era la frontera norte del gueto (la línea de puntos que corre sobre la manzana marcada con la N de ANGE(LI), que luego gira a la izquierda siguiendo el vicolo de' Cenci, marcado con el número 752), y una de las cinco puertas del gueto que se abren entre las dos plazas marcadas con los números 1025 y 1026, «piazza Giudea fuori del Ghetto» y «piazza Giudea dentro del Ghetto».


El gueto se abrió en 1862. Sus residentes se instalaron en las calles adyacentes inaugurando tiendas, negocios, restaurantes. De aquel momento son las primeras fotos de la Casa Manili, que muestran la zona como un barrio completamente judío.

1910. En el lugar del futuro almacén encontramos el Fornaro (horno) di Piazza (Giudea). En el umbral, el propietario, Attilio Piperno con su hermana y Romeo, su hermano menor.

Principios de 1900. Carro de mulas para turistas. Ala izquierda la vista principal del barrio: el primer ciclista, Alberto Fornari, con su bicicleta marca «Durkop».

1936. Foto de grupo de los residentes judíos de la calle. En la esquina, el horno y repostería judía Boccione, frente al cual aún hoy los romanos, tanto judíos como no judíos y stranieri, hacen cola. Así hicimos nosotros hace poco.

La Casa Manili en el cambio de siglo. El horno de la esquina se ve claramente.


En la última foto, nuestra perspectiva gira ligeramente a la derecha. En el lado izquierdo sólo vemos la esquina de la Casa Manili. Al fondo, unos bloques más allá, el mercado de pescado ocupando el pórtico de Octavia, del que pronto vamos a escribir. Estamos en 1910 y la demolición del antiguo gueto ha comenzado. El bloque de pisos medieval ya ha desaparecido del centro de la foto, pero la escuela pública de secundaria aún no se ha construido: ahora, por primera y última vez, lo vemos tan espacioso como en la Roma imperial, cuando el Circo Flaminio se extendía justo en el perímetro de esta plaza. Y aquí vemos, también por última vez, la fuente renacentista de la piazza Giudea fuori del Ghetto, señalada en el mapa Nolli delante de la Casa Manili. Saber qué fue de esta fuente, quién la erigió aquí y por qué, cómo desapareció, y dónde se la puede ver hoy en día, nos obligaría a reventar esta entrada por todas las costuras. Empezamos a escribir sobre una sola casa, y acabamos teniendo que atravesar los dos mil años de Roma. Volveremos pronto a esta esquina. ¡Seguidnos!