Budapest, después del asedio


«Desde un punto de vista histórico es una farsa imperdonable que Atila y los hijos de sus
hunos se quedaran con la capital más hermosa a orillas del río de los Nibelungos.»
Adolf Hitler, Tischgespräche im Führerhauptquartier, Stuttgart 1976, 246

Sesenta y siete años atrás, el 13 de febrero de 1945, el asedio de más de tres meses que había sufrido Budapest llegaba a su fin. Cuando el periodista Zoltán Horváth, un par de días más tarde, llegó a la ciudad y le preguntó cómo estaban las cosas al soldado soviético que inspeccionaba sus documentos, oyó esta respuesta: «peor que en Stalingrado». Y, en efecto, la historia militar conoce el asedio de Budapest —que junto con los de Stalingrado, Varsovia y Berlín fue uno de los más sangrientos y devastadores de la Segunda Guerra Mundial— como «el segundo Stalingrado».

A finales de 1944 los campos petrolíferos del oeste de Hungría producían la principal cuota de combustible de Alemania. Para el ejército alemán era vital conservar el frente de Hungría el mayor tiempo posible. El 1 de diciembre Hitler declaró a la ciudad «Festung Budapest», una plaza fuerte a defender casa por casa. La triple línea de protección construida alrededor de Budapest solo pudo quebrarla el ejército soviético de modo gradual y a costa de grandes pérdidas. Durante el asedio murió casi una décima parte de la población civil de la ciudad, más de una cuarta parte de las casas quedó inhabitable, todos los puentes y varios monumentos históricos fueron destruidos.

Miklós Tamási y Krisztián Ungváry publicaron en 2006 su álbum Budapest 1945 con una amplia -y en su mayoría inédita- documentación fotográfica de las condiciones después del asedio. A continuación presentamos algunas de estas fotos sobre un mapa de Budapest de 1941. Vale la pena consultar el libro no sólo por el resto de las fotos y la buena introducción histórica. Los comentarios a cada fotografía exponen en detalle el contexto de las tomas y componen como en un puzzle la historia completa del sitio de Budapest.

«Durante el sitio, pocos se arriesgaban a tomar fotos mientras crecía el peligro de muerte. Casi todas las fotos de los defensores desaparecieron. No nos es posible mostrar las atrocidades, los combates cuerpo a cuerpo en la calle, los momentos clave de la resistencia antifascista. Nuestro libro sólo ha podido escoger entre el material superviviente. Por eso estas imágenes son principalmente de edificios. Sin embargo, no podemos olvidar que detrás de los edificios en ruinas hay miles de tragedias humanas. Nuestro trabajo tiene también la voluntad de recordarlas».






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